Las tirolinas son hoy en día una de las atracciones estrella de muchos parques de ocio, de atracciones y acuáticos.
Las hay que mayor y menor tamaño, que acaban sobre tierra o en el agua, y desde las que te lanzas de más o menos altura. Pero si algo tienen todas en común es la diversión que provocan, y a veces, ese pequeño miedo al precipitarse al ‘vacío’.
En Aqualandia tenemos tirolinas, junto a otras atracciones, en nuestra Laguna. Un lugar de relax y aventuras para toda la familia en el que podrás deslizarte desde lo alto para dejarte caer en el agua. Una caída muy divertida que no puedes perderte, además de la sensación de volar mientras llegas… Y es que nos gustan mucho las tirolinas, pero, ¿sabemos de dónde vienen?
El origen de la tirolina o tirolesa viene precisamente de la región del Tirol. Hace siglos en estas tierras de los Alpes los soldados italianos usaban estos mecanismos en las labores de rescate. Gracias a las tirolinas se podían desplazar muchos metros de forma rápida evitando las zonas más abruptas de las montañas.
Con el paso de los años el uso de la tirolina para el rescate fue quedando obsoleto, pues se empezaron a usar helicópteros y aviones. Fue entonces cuando esta empezó a ampliar su funcionalidad, al igual que cambiaron sus materiales para convertirla en mucho más segura. Con el cambio de la cuerda al acero la tirolina comienza a utilizarse para el ocio y la aventura.
Actualmente siguen teniendo un uso militar, en los entrenamientos, pero prácticamente todas las tirolinas del mundo tienen como finalidad el ocio. La más alta del mundo está en Sudáfrica, mide 280 metros de altura y la más rápida está en Gales, alcanza nada más y nada menos que los 180 km por hora.
El cambio de uso de la tirolina al mundo de los parques de ocio y aventura ha supuesto una revolución en su diseño, adquiriendo mayor seguridad, utilizando arneses, cascos… Todo adaptado al tipo de tirolina, distancia, altura, etc. Lo que sí que tienen todas las tirolinas en común es su funcionamiento esencial, el sistema de poleas que permite el deslizarse a través del cable.
Sin embargo, en los parque de agua como Aqualandia el sistema varía un poco al originario y al de los parques de aventuras, puesto que nuestro propósito es antes de llegar al final dejarnos caer al agua.
Las personas que se lanzan por una tirolina en un parque acuático no van enganchadas mediante arneses como en la montaña, sino que por el cable se desliza un mecanismo con una especie de asa a la que nos agarraremos para deslizarnos. De esta forma vamos cayendo por el cable con los brazos estirados, y todo el cuerpo de forma vertical en el aire y en el momento que consideremos podemos lanzarnos a la piscina. Un caída súper divertida que es el final de un trayecto suspendidos en el aire y que ofrece sensaciones muy diferentes a las que vivimos en el resto de atracciones del parque. No es tan extrema, pero esa sensación de libertad es única.
En unos meses podremos volver a deslizarnos por ellas, ya lo estamos deseando. Mientras, seguiremos recordando lo bien que lo pasamos en verano con esa sensación de volar sobre la piscina.